13 enero 2007

Roxette

Me enamoré de un violinista que apenas sabía tocar su violín, menos el de otra persona. También me enamoré de un motorista, con chupa de cuero y todo. De pintores, ebanistas, informáticos, periodistas. De jueces, mecánicos, camareros o músicos. Una vez hasta caí en el tópico del butanero y su bombona.
He conocido hombres como países, colores o canciones. A veces de uno en uno, a veces incluso a pares.
Y ya ves. Yo, que fardaba de moderna, ahora solo quiero ir contigo de la mano.
Texto: María Crespo
Imagen: Amanda Woodward

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Entre Forges y Benedetti, allá donde -entre el humor y la ternura- se cruzan los caminos, me encanta descubrirte.

Anónimo dijo...

De la mano de tu hermano?
o de la mano del soldado que vendado se ha rendido ante el nido de tu encanto?

Atrabiliario dijo...

Pues qué gusto descubrir tu blog. ¡Enhorabuena para ti también!
Saludos blogueros,
Gabriela